Eduardo Santos, el presidente de Colombia en la Segunda Guerra Mundial

En su Gobierno y con su labor en El Tiempo buscó establecer una sociedad pluralista que respetara la diferencia, las instituciones democráticas, los derechos humanos, la dignidad humana y el orden constitucional y legal.

Por: Alejandro García Hernández

Eduardo Santos nació el 28 de agosto de 1888 en Bogotá. Sus padres fueron Francisco Santos Galvis y Leopoldina Montejo. La hermana de su abuelo fue la heroína de la Independencia, Antonia Santos. En 1900 murió su padre, quien dejó una considerable fortuna que permitió a sus hijos vivir cómodamente y adelantar sus estudios.

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Eduardo Santos Montejo inició sus estudios en la escuela Rosita Arjona, se graduó de bachiller del Colegio de Nuestra Señora del Rosario y en 1908 obtuvo el título en Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Nacional.

La Unión Republicana

En 1908 Carlos E. Restrepo y Nicolás Esguerra iniciaron un proceso de expansión del republicanismo que se opuso al General Rafael Reyes por el estilo autocrático con el que gobernaba. En 1909, tras la caída del gobierno del General, se fundó la Unión Republicana y se celebró la Junta Nacional Republicana.

Eduardo Santos celebró caída del General Reyes y la creación de la Unión Republicana. Él decidió militar en la Unión porque consideraba que el Partido Republicano buscaba garantizar la paz interna, la justicia, las libertades políticas, el progreso, la legalidad, la cooperación, la reconciliación, la tolerancia, el respeto y colaboración entre todos para el bien general, la separación de la iglesia y el Estado, las instituciones republicanas y el orden constitucional y legal.

Según Vanegas (2017), en 1909 Eduardo Santos inició su carrera periodística escribiendo en modestas publicaciones como “El Debate” y “La Pluma Libre”. Junto a Tomás Rueda Vargas fundaron “La Revista” que sólo tuvo diez publicaciones y Santos sólo escribió en dos ellas su sección «Revista política». En estos escritos expone las ideas que buscó materializar más tarde con sus esfuerzos como la tranquilidad pública, la concordia y la Revolución Neogranadina.

En 1909 Santos viajó a París y regresó al país en 1911. En París asistió a cursos de sociología, literatura y derecho internacional en la universidad, aprendió a dominar el francés, observó los debates parlamentarios con los que aprendió a modular la voz y en general siguió el curso de la apacible política europea. También escribió algunas crónicas que fueron publicadas en España y en Colombia, y frecuentó el notablato colombiano.

A su regreso de Francia, Eduardo Santos fue nombrado cómo oficial mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores, y luego, fue jefe del Archivo Diplomático Consular. Comenzó a colaborar en El Tiempo, La Gaceta Republicana y El Diario. En 1913 Eduardo Santos decidió comprar El Tiempo y renunció al Ministerio de Relaciones Exteriores para dedicarse a ser el Director del periódico. Desde su periódico defendió el movimiento republicano.

Santos se dedicó de lleno al periodismo hasta 1938 y llegó a convertir a El Tiempo en uno de los periódicos más importantes de América y el órgano difusor de sus ideas políticas. En un principio él era el único autor y responsable de toda la edición del periódico y siempre quiso mantenerlo alejado de cualquier compromiso para darle independencia y no limitar su libertad de pensamiento.

Santos apoyó en las elecciones presidenciales de 1914 al republicano Nicolás Esguerra, pero las ganó el conservador José Vicente Concha apoyado por el liberal Rafael Uribe Uribe. En las elecciones presidenciales de 1918 apoyó al conservador no clerical Guillermo Valencia, quien también fue apoyado por Laureano Gómez, pero ganó el conservador oficial Marco Fidel Suarez, según Vanegas (2017) .

Eduardo Santos acusaba a la hegemonía conservadora de ser una tiranía que se sostuvo con fraude electoral a gran escala, de haber permitido recortes al territorio nacional, de no organizar una administración pública eficiente, de no manejar de manera eficiente los recursos públicos ni interesarse en la prosperidad de los colombianos mejorando las vías de comunicación, la higiene pública y la calidad de la educación, de acuerdo a Vanegas (2017).

Pese a todo lo anterior, Santos reconoce que los gobiernos de la década de 1910 lograron mantener la paz, garantizaron la libertad de prensa, de pensamiento y de opinión y permitieron la oposición, conforme a Vanegas (2017).

En 1921 reconoció que la Unión Republicana se había extinguido porque ya no ejercía una influencia real en el país y existía la necesidad hacer una real oposición a un partido conservador dominante y bien organizado con la unión dentro del liberalismo de todas las ideas progresistas que hasta el momento se encontraban divididas y eran débiles para oponerse a los conservadores. No obstante, sus ideas siempre estuvieron inspiradas en el ideario Republicano.

En las elecciones presidenciales de 1922, Eduardo Santos apoyó la campaña del General Liberal Benjamín Herrera. La elección la ganó el candidato conservador Pedro Nel Ospina. Para Santos, Herrera perdió las elecciones por fraude electoral. En 1923 Santos fue elegido cómo Concejal de Bogotá por el Partido Liberal.

En 1917 se casó con Lorenza Villegas con quien tuvo a su hija Clarita, la cual murió en 1926 a los cuatro años de edad. Para afrontar los problemas de salud de su esposa se fue a París en 1927 y volvió al país en 1929.

Elecciones de 1930 y gobierno de Olaya Herrera

En 1929 Santos fue nombrado director de la campaña electoral de Olaya Herrera, quien llevaba ocho años como delegado colombiano en Washington. Santos fue de gran importancia en el triunfo electoral de Enrique Olaya Herrera porque aprovechó la extraordinaria influencia que generaba El Tiempo en la opinión pública y fundó La Tarde que duró tres meses en circulación. Finalmente, Olaya fue elegido Presidente en las elecciones de febrero de 1930, en parte gracias a que el partido conservador se presentó dividido a las elecciones.

En 1931, Santos fue gobernador de Santander, cargo en el cual se encargó de que las elecciones parlamentarias no causaran un conflicto violento. También fue diputado a la Asamblea de Cundinamarca, representante a la Cámara, senador y en dos ocasiones presidente del Senado. A su vez, ejerció la dirección del Partido Liberal

Bajo el gobierno de Olaya, Santos sobresalió por su activa participación en la diplomacia como canciller de la República, delegado de Colombia a la XII Asamblea de la Sociedad de Naciones, enviado extraordinario y ministro plenipotenciario ante todos los gobiernos de Europa.

Con ocasión al conflicto de Perú, el presidente Olaya Herrera envió a Eduardo Santos cómo embajador extraordinario de Colombia ante la Sociedad de las Naciones. Santos presentó un memorial ante la Asamblea en el que resumía la historia de lo sucedido y exponía los fundamentos del derecho de Colombia sobre Leticia, analizando el tratado de límites y libre navegación colombo-peruano suscrito en 1922. Finalmente, la Sociedad de las Naciones se pronunció en favor de Colombia y ordenó que se celebrara una reunión en Rio de Janeiro para discutir y aprobar un protocolo que pusiera fin al conflicto y consagrara que la vía jurídica era el único medio de dirimir los conflictos internacionales. En mayo de 1933 se firmó un tratado con el Perú, que puso fin a las hostilidades entre los dos países. El 24 de mayo de 1934 se suscribió el protocolo, el cual fue aprobado por Colombia el 20 de agosto de 1935.

Presidente en la Segunda Guerra Mundial

El gobierno de Alfonso López Pumarejo (1934-1938) emprendió una serie de reformas para adecuar el Estado a las nuevas circunstancias económicas y sociales. Antes de culminar su mandato, López había anunciado una “pausa” en la “revolución en marcha” desde diciembre de 1936, debido a la enorme oposición de los conservadores, de los liberales empresarios y terratenientes y de la jerarquía católica.

La dirección del Partido Liberal quería que su candidato presidencial fuera el expresidente Enrique Olaya Herrera. Desafortunadamente, el expresidente murió de forma repentina en Roma y la Dirección tuvo que volver a debatir quien iba a ser el sucesor de López. El presidente López Pumarejo quería ser reelegido y en su defecto quería que su sucesor fuera Darío Echandía, pero se oponía a la candidatura de Santos porque consideraba que este se oponía a los cambios políticos, sociales y económicos de él había conseguido en su Gobierno.

Finalmente, la Dirección decidió elegir a Eduardo Santos porque consideraban que tenía una dimensión partidista suficientemente amplia en el contexto nacional. Eduardo Santos Montejo fue elegido presidente de la República para el período de 1938 a 1942 gracias a que fue el único candidato presidencial de las elecciones porque el partido conservador decidió no presentar un candidato.

El nuevo gobierno prometía ser moderado y centrista para generar una convivencia como garantía de la paz y para preservar, consolidar y defender las reformas de la Revolución en Marcha. Espinosa (2011) afirma que esa convivencia requería la coexistencia de diversos sectores, garantizándoles sus libertades y derechos en condiciones de igualdad y sin discriminación.

El presidente Santos tuvo que afrontar la crisis económica ocasionada por la Segunda Guerra Mundial, la cual afectó las exportaciones e importaciones de Colombia por el cierre de mercado. Por esta razón, Santos tuvo que reforzar el papel del Estado en la economía.

El conflicto generó la caída de los precios del Café, producto que proveía el 80% de los recursos de cambio exterior, por lo que el gobierno tuvo que fortalecer el Banco Cafetero y crear el Fondo Nacional del Café para fortalecer la Federación de Cafeteros y regular el mercado interior. Por otra parte, se firmó el Pacto Internacional Americano de Cuotas en 1940 que promovió la venta ordenada del grano mediante cuotas de exportación acordadas, lo que le permitió a Colombia aumentar su participación en el mercado mundial del grano. Finalmente, en el interior se estableció precios mínimos al café.

La intervención pública en la industria se incrementó creando el primer plan de fomento manufacturero. No obstante, la inversión pública en la industria no evolucionó sustancialmente, como lo hizo en la agricultura y otros sectores. La incidencia del Estado se vio en los subsidios concedidos, los gravámenes y aranceles fijados y los cupos y permisos de exportación. Sin embargo, la crisis del agro puso de manifiesto que el Estado debía incrementar sus inversiones en el sector agrícola, según Vásquez.

En el Gobierno de Santos se fundaron el Instituto de Fomento Industrial (IFI) para ayudar a crear nuevas industrias y el Instituto de Fomento Municipal en pro de los municipios deprimidos. También se creó la Escuela de Cadetes de Policía General Santander, el Banco Central Hipotecario (BCH), el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, el Fondo de Estabilización Monetaria, granjas industriales, el Fondo Nacional de Ganadería y el proyecto de la Flota Mercante Gran Colombiana para facilitar el transporte de los productos de los campesinos y de los cafeteros.

Eduardo Santos arregló la deuda externa y acordó nuevos préstamos para enfrentar el fenómeno de la guerra, para financiar la construcción de ferrocarriles, puertos y carreteras, para el degrado del río Magdalena y para el capital de la Caja de Crédito Agrario, Industrial y Minero. Santos unificó de la deuda interna, impidió la baja de circulante y estabilizó el tipo de cambio.

En 1940 el presidente Santos creó el Ministerio de Minas y Petróleo, quitándole la competencia de estos asuntos al ministerio de industrias, de acuerdo a Caballero y Amaya (2017).

Eduardo Santos solicitó al gobierno norteamericano una misión para la modernización técnica y profesional de las fuerzas armadas. Creó la Superintendencia Nacional de Importaciones y fortaleció la Compañía Nacional de Navegación y la Industria Colombiana de Fertilizantes, conforme a Morales (2016).

Relaciones Internacionales

El Presidente Santos se mantuvo alejado del fascismo y del comunismo y se decidió por adelantar una política de asociación y acercamiento con los Estados Unidos, gobernada por ese entonces por Franklin Delano Roosevelt quien tenía la política del Buen Vecino que implicaba defender el derecho a la autodeterminación de los pueblos y promover la solidaridad, la cooperación y la democracia. Por lo anterior, Colombia fue considerada como el país modelo de cooperación con Norteamérica.

Santos elevó a la categoría de embajadas las legaciones de Argentina, Ecuador, Estados Unidos, Chile, México y Venezuela. El 5 de abril de 1941 firmó con el gobierno venezolano el tratado Santos-López Contreras de no agresión, amistad, cooperación y límites.

Al igual que sus antecesores, Santos sufrió una agresiva oposición del Senador Laureano Gómez y sus seguidores. Santos firmó con la Santa Sede un Concordato que restringía las potestades eclesiásticas a favor del poder civil, aseguró la independencia del Estado y de la Iglesia y delimitó las competencias del Estado y de la Iglesia. Gómez (2006) afirma que Laureano Gómez consideró que la negociación del Concordato era un atentado de la masonería contra la Iglesia Católica, que con esto pretendía ganarse el apoyo de sacerdotes ignorantes y de campesinos fanatizados por ellos.

Laureano Gómez apoyó el fascismo europeo y criticó los acercamientos de Colombia con los Estados Unidos. Laureano apoyó al franquismo, al nacismo y al fascismo. También criticó la declaración de guerra de Colombia a Alemania, alegando que el gobierno sólo quería apropiarse de todos los bienes de los alemanes residentes en Colombia.

Eduardo Santos era un antifascista, incluso dio su apoyo a la República española durante la guerra civil y recibió y empleó a los refugiados republicanos que huyeron de su país. Sin embargo, la oposición agresiva de Laureano y sus acercamientos con los Nazis generó que el Presidente Santos no pudiera rechazar con contundencia al fascismo Europeo para evitar inocuos conflictos internos. Por ello, pese a la declaración de la guerra a Alemania, Santos no mandó tropas a pelear en los frentes de batalla, aunque si proporcionó a los norteamericanos caucho silvestre, gasolina, hierro, acero y palatino. Gracias a que Colombia se unió a los aliados pudo exportar más café y petróleo al mercado norteamericano, aminorando los efectos adversos de la Segunda Guerra Mundial. Tras el ataque japonés a Pearl Harbor, Eduardo Santos rompió relaciones con todos los países del Eje.

La actitud de Colombia fue criticada por el diario norteamericano The New York Herald Tribune que tituló «Colombia pone en peligro a la democracia al cerrar los ojos a la amenaza nazi». Las circunstancias de la Guerra obligaron a Santos a ceder frente a los intereses de Estados Unidos de perseguir a los alemanes, italianos, japoneses, sus empresas y a todos que los que simpatizaban con el fascismo. El gobierno tuvo que confiscar sus bienes y expropiarlos cuando se demostraban que apoyaban a los regímenes de los países del Eje. Incluso a la Sociedad Colombo-Alemana de Transportes Aéreos (SCADTA) cambió de dueños alemanes a estadounidenses y se cambió su nombre a Aerovías Nacionales de Colombia (Avianca), conforme a la Revista Semana (1995).

La situación más grave del gobierno de Santos fue negarle la entrada al país a refugiados judíos, polacos y alemanes que huían de la Segunda Guerra Mundial. Colombia les negó la entrada porque en el país había una fuerte presión antisemita encabezada por Laureano Gómez que argumentaba que la entrada de los judíos ponía en peligro a la patria por la entrada excesiva de extranjeros y a los comerciantes nacionales los ponía en riesgo porque los judíos establecían prácticas comerciales que los nacionales desconocían. A su vez, los comunistas los rechazaban por capitalistas, los católicos porque los acusaban por matar a Jesús y los racistas los consideraban una raza inferior. A su vez, en 1940 los Estados Unidos establecieron en América Latina y en su país una política de no recibir refugiados porque pensaban que con ellos se infiltraban espías nazis, de acuerdo a Leal (2011).

Calidad de vida

Eduardo Santos impulsó la cultura y la educación pública, su gobierno consideró que las personas necesitan un mínimo de calidad de vida que permita su educación. Por tal razón, construyó acueductos de agua potable, creó el Instituto Nacional de Alimentos, el Instituto de Crédito Territorial (ICT) para solucionar los problemas de vivienda de la gente de escasos recursos, implementó el zapato escolar gratuito, suministró restaurantes escolares y servicios médicos para que los estudiantes tuvieran condiciones físicas que les permita concentrarse en su educación.

El gobierno mejoró la educación de los maestros y adelantó campañas de difusión y democratización de la educación y la cultura con conciertos y exposiciones en el Salón Nacional de Artistas, creando el museo de Arte Colonial y la Radiodifusora Nacional de Colombia para difundir la cultura nacional e internacional, fomentar la educación del pueblo, informar de forma objetiva y defender las libertades públicas y la democracia. Con ayuda de etnólogo Paul Rivet creó el Instituto etnológico Nacional anexo a la Escuela Normal Superior de Bogotá que había sido creada en 1936.

El gobierno creó y organizó el Ministerio de Trabajo con objeto de velar por los derechos de los asalariados. Estableció el descanso dominical y el festivo remunerado. Aprobó el sindicalismo sin permitirle desgracias, atropellos a la ley ni participación en política. Asimismo, creó comités de conciliación y arbitramento para los conflictos laborales.

Su gobierno fue llamado el gobierno de la “Gran Pausa” y como el “proveedor de la convivencia” porque su política de desacelerar el proceso de las reformas de López logró consolidarlas y buscó establecer las bases de una sociedad pluralista fomentando el civilismo, la concordia, la democracia, la tolerancia, las libertades políticas, una conciliación entre conservadores y liberales, el respeto por las diferencias ideológicas, religiosas, étnicas y culturales, respetó y garantizó el derecho a las libertades de expresión, de conciencia, de culto y de religión y logró que diversos sectores del espectro político participaran en la vida pública del país.

Después del gobierno

Eduardo Santos fue director del partido liberal y colaborador del segundo gobierno de Alfonso López Pumarejo. En las elecciones presidenciales de 1946, Eduardo Santos quiso evitar que el partido liberal se presentara dividido entre Gabriel Turbay y Jorge Eliecer Gaitán. Desafortunadamente, la unión no fue posible porque los gaitanistas se sentirían traicionados por su caudillo y los liberales regionales querían aprovechar esa división para hacer campaña en las elecciones parlamentarias al año siguiente. Finalmente, Mariano Ospina Pérez ganó la elección presidencial con una votación de 565.939, mientras que Gabriel Turbay obtuvo 441.199 votos y Jorge Eliecer Gaitán 358.957, consiguiendo entre ambos más votos que los que consiguió el partido conservador.

En las elecciones legislativas de 1947 los conservadores consiguieron 653.987 votos, los gaitanistas 448.848 y los liberales tradicionales 352.959. Gracias a que los gaitanistas consiguieron más votos que los liberales tradicionales, se nombró a Gaitán cómo jefe único del Partido y Eduardo Santos le entregó las llaves de la dirección liberal, se alejó del país y desde el exterior miraba con amargura como la violencia se desataba, la cual tomó proporciones alarmantes después del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948 e incluso provocó en 1952 la clausura e incendio de El Tiempo.

Vásquez afirma que la Academia Colombiana de Historia incorporó a Santos como miembro de número en 1942, ocupó la presidencia de esta entidad en cuatro períodos diferentes, y en 1962 fue nombrado presidente honorario. Por otra parte, Eduardo patrocinó la edición de numerosos libros, estimuló el Instituto Superior de Historia, la biblioteca y la librería, y fue el primer animador de la Historia extensa de Colombia. Asimismo, otorgó a favor de la Academia su pensión de ex presidente de la República. Por su labor fue merecedor de títulos Honoris causa por la Universidad de Rochester (Nueva York) y de la Universidad de Cartagena.

En 1944 fue nombrado vicepresidente de la United Nations Relief and Rehabilitation Administration, organismo que procuraba la salvaguardia y la restauración económica de los territorios liberados de las tropas alemanas. El resultado de su gestión fue que en el Tratado de Asistencia Recíproca de Río de Janeiro se estipulara que “Todo atentado contra la integridad soberana o a la independencia de un Estado americano, será considerado como un acto de agresión contra los demás Estados que la firman”, conforme a Vásquez.

En 1953, durante la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla, el periódico El Tiempo fue reabierto pero fue de nuevo clausurado por el General porque Eduardo Santos no quiso retractarse de una opinión en contra de su régimen.

Tras la dictadura de Rojas Pinilla, El Tiempo fue reabierto y el expresidente apoyó la creación del Frente Nacional porque lo consideró una oportunidad para establecer la reconciliación bipartidista, restaurar el Estado de Derecho y garantizar los derechos humanos.

El ex presidente Santos alternó su lugar de residencia entre Europa, Estados Unidos y Colombia. A finales de 1959 regresó a Bogotá con el propósito de radicarse definitivamente, pero la enfermedad de su esposa Lorencita Villegas hizo crisis, y debieron trasladarse nuevamente a Nueva York, donde murió en marzo de 1960.

Santos regresó al país y dedicó parte de su tiempo a continuar las obras sociales que ella había iniciado años atrás en el Hospital Infantil Lorencita Villegas, el Hospital Santa Clara, que había fundado para los tuberculosos, Agua de Dios, donde vivían los leprosos, el hospital Clarita Santos en Santa Rosa de Cabal, y el pabellón del mismo nombre en el Hospital San Vicente de Paúl de Medellín. La continuación de las obras de su esposa, el trabajo en el periódico y en la Academia de Historia, ocuparon los últimos años de la vida de Eduardo Santos, de acuerdo a Vásquez.

Eduardo Santos murió el 27 de marzo de 1974 en Bogotá. Por su labor ha sido considerado como el hombre que más ha influenciado en la búsqueda de la creación de una sociedad pluralista, pacífica, civilizada, democrática, justa, tolerante, solidaria y garante de los derechos humanos, las libertades fundamentales, la dignidad humana, del orden constitucional y legal, y del progreso pacífico y ordenado.

Bibliografía

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