El reconocimiento al presidente Santos llega en un momento en el que la ejecución de lo negociado entre las Farc y el Gobierno se encuentra estancado, debido a peticiones de la guerrilla, que se esperaban estuvieran resueltas para este momento. La premiación al Jefe de Estado pone de nuevo en el foco del país y del mundo un Acuerdo que necesita de la voluntad política e institucionalidad del país para su éxito.
Por: Sergio García Hernández
El Acuerdo de Paz es el principal beneficiado con la premiación del presidente Juan Manuel Santos como Nobel de Paz 2016.
La implementación de la negociación pasa por un momento de confusión, a la que le viene bien el impacto que genera que el jefe del Estado colombiano sea condecorado por uno de los reconocimientos más importantes del mundo.
La puesta en marcha de lo negociado entre las Farc y el Gobierno en La Habana no ha sido fácil en sus primeros días.
Las Farc se encuentran aún en una situación de inseguridad jurídica, hay fallas logísticas y el país está a la expectativa de que la Corte Constitucional le de vida al procedimiento especial para la paz o ‘fast track’, que permitiría la validación de la Ley de Amnistía para los guerrilleros, que de acuerdo a la norma, puedan ser amnistiados.
A las problemáticas propias de la implementación del Acuerdo se les suman críticas que no paran de los representantes del partido Conservador y del Centro Democrático, quienes no quedaron contentos con la nueva negociación, pese a que en ella se incluyeron propuestas claves de esos grupos políticos, abanderados del ‘No’ en el plebiscito del 2 de octubre.
El contexto es difícil y el acuerdo está aún lejos de ser una realidad. Por esa razón, la imagen del presidente Santos recibiendo la medalla del Premio Nobel es una bocanada de aire, que bien puede ser el punto de quiebre que dirija el Acuerdo en la ruta del éxito.
El Jefe de Estado sabe que esta es una oportunidad que hay que aprovechar pues puede ser de los pocos hechos de impacto que resten en su gobierno, para lograr unir las instituciones del país en la implementación del Acuerdo.

Juan Manuel Santos, Premio Nobel de Paz 2016. Foto: Presidencia
Por eso, y luego de un extenso viaje a Oslo, en donde será la ceremonia de premiación, Santos dejó ver que en su mente está el impulso de la implementación del Acuerdo con su premio.
Desde la capital de Noruega, minutos después de haber llegado, el presidente le pidió a la Corte Constitucional colombiana aprobar el mecanismo de ‘fast track’.
“Espero que el próximo lunes la Corte Constitucional dé su bendición por la vía rápida”, dijo Santos quien recordó que se necesita acortar el tiempo entre “el momento en que se firma el acuerdo y en el que se implementa”.
El primer movimiento de Santos en Oslo fue pedir a la Corte Constitucional su apoyo para que desde las instituciones se logre acelerar el Acuerdo, que luce estancado en estos primeros días de implementación. Esta petición va en línea con la intención de impulsar la ejecución de lo negociado con el premio.
Santos también solicitó a la comunidad internacional que las Farc no sigan siendo consideradas como una organización terrorista y aseguró que el premio reanima a todo el país, que ha estado 50 años en guerra.
El premio Nobel llega entonces en un momento en que Colombia necesitaba un nuevo impulso para sacar adelante el acuerdo. Y Santos, a su vez, enfoca su estrategia en refrescar la puesta en marcha de lo negociado.
Por ello, la premiación luce como la oportunidad para que la institucionalidad del país se una en el compromiso de sacar adelante la negociación, que pone fin a un conflicto de medio siglo con las Farc.
Pingback: La hora de la Corte Constitucional para mostrar que Colombia tiene instituciones sensatas – Prospectiva en Justicia y Desarrollo